5.10 Mannheim, El concepto total de ideología – Versión de Ixchel Uribe

Bitácora de la sesión del 5 de octubre de 2012
Versión de Ixchel Uribe Alcántara

Al inicio de la sesión se retomó el último punto de la clase anterior, referente a la relación problemática entre política y ciencia. Existe una inquietud teórica de la filosofía, pues existen diferentes sujetos con perspectivas diversas sobre un objeto, cuya pluralidad da lugar a una inquietud sociológica.

Se pone de manifiesto el protestantismo pues con él comienza un debilitamiento de las instituciones eclesiásticas, las cuales tienen que recurrir a la promoción, propaganda y más importante aún, tienen que apoyarse del Estado como figura garante de lo real, de un funcionamiento correcto, para poder asegurar su permanencia. Poco a poco los Estados, se van racionalizando y ya no encuentran útil esta relación, mostrándose así como lo más adecuado.

Con la Revolución Francesa, el Dios cristiano y el Rey como garantes de lo real son sustituidos por la razón. El Estado se justifica a través de los hombres que se conducen racionalmente de distintas maneras, con diversas perspectivas para establecer un Estado. Lo político y la razón se relacionan así. Por medio de la razón, se justifican las ideologías presentes en cada Teoría del Estado que se formula, en la medida en que cada una de ellas busca ser racional. Esta necesidad conlleva establecer una relación entre política y ciencia, en donde la primera necesita de la segunda para justificarse.

La política no puede cambiar constantemente, necesita cierta estabilidad: es por ello que la ciencia comienza a responder y a servir de acuerdo con sus intereses. La especulación pura anteriormente era el objeto teórico de la ciencia, es decir, la ciencia no se mezclaba con la vida cotidiana pero, al comenzar a relacionarse con ella debido a los cambios materiales y a las ideas, los objetos de conocimiento se van observando a partir de su función socio-histórica. Cuando el tema de discusión deja de ser sobre objetos abstractos, y la especulación se enfoca en la vida corriente, surge una nueva polémica: determinar cuál será el mejor régimen de vida.

La Teoría de la Ideología surge como una teoría de la ciencia, empleada por Napoleón para calificar las creencias de otros con el objetivo de desenmascararlas. El desenmascarar la ideología del otro implica un sentido de superioridad, lo cual representa un problema porque la ideología como arma ya no tiene dueño y pudo ser usada por cualquiera para lograr sus propósitos.

Respecto al capítulo II de Ideología y utopía, se desarrolló lo siguiente:

Sentido particular y total de la ideología


El sentido particular de la ideología, consiste en calificar de erróneas o equivocadas las creencias del otro, el cual puede o no tener la intención de engañar pero, lo hace de todas formas: defiende algo porque tiene ciertos intereses, engaña para obtener algo. En este sentido de la ideología, se comparten criterios de validez para hacer valer un interés (entendido a partir de una perspectiva psicológica).

El sentido total de la ideología, va a la raíz del problema, pues lo que se cuestiona es el sistema en su conjunto, a partir del cual cierto grupo observa la realidad, no critica el punto de vista de lo que se está conociendo sino cómo se conoce. El crítico de la ideología en este aspecto, tratará de derrumbar las afirmaciones de su adversario político.

Por otro lado, se habla de la desconfianza como precursora de la Ideología. Siempre ha existido la desconfianza pero, sólo hasta que se sistematiza se puede constituir la ideología en la que intervienen para su formación los movimientos sociales.

El tránsito de la forma particular a una forma total de la ideología se produce a partir de la crítica de la ideología particular. Para llegar a esta crítica es necesario que una cultura tenga cierta movilidad en sus fundamentos. Al respecto, Mannheim señala tres aspectos:

1. Los puntos de vista no recaen en el objeto sino en el sujeto. Las estructuras del sujeto inciden en el mundo. Para Kant, existen dos estructuras para conocerlo: el espacio y el tiempo.         

2. El primero de los pasos es destruir la confianza en la objetividad del mundo. Las palabras usadas para referirnos a él, sesgan nuestro conocimiento del mismo. En este aspecto sólo habrá conciencia de que tenemos conciencia si ésta es conciencia histórica, es decir, que las constantes transformaciones de los hechos humanos no pueden comprenderse de manera aislada sino de acuerdo con su situación socio-histórica. Los diferentes sentidos en que es comprendida la realidad se modifican históricamente.

3. El concepto específico de las variaciones históricas que dan sentido a lo expresado anteriormente es el interés de clase. Es aquí donde hay una fusión entre ambos sentidos de la ideología (particular y total).

La objetividad como formulación de la paradoja


Es falso decir que los falsos profetas son antecedentes de la ideología, pues no se trata de una ideología particular, sino que interviene un criterio secular que distingue a una ideología como falsa conciencia si ésta no se ajusta a la realidad. La crítica total general de la ideología cuestiona qué es lo real, usando un criterio pragmático para delimitarlo. Una vez que se distinguen las contraposiciones para denunciar al individuo como el otro, el cual pretende obtener ciertos beneficios de acuerdo con sus intereses, al confrontarlo y desenmascararlo, da igual lo que crea uno u otro, pues se realiza un salto cualitativo.

El salto cualitativo se genera cuando una acción se repite una y otra vez hasta que deja de ser lo que era y se convierte en otra cosa. En este sentido, la crítica a la ideología del otro puede ser usada por cualquiera, al darnos cuenta de que todos estamos determinados por lo histórico. Para Mannheim, la crítica total general de la ideología supone que todo pensamiento está determinado por las condiciones de vida específicas del pensador.

La sociología del conocimiento como crítica total general de la ideología tiene dos alternativas:

1. Una concepción no valorativa de la ideología
2. Establecer una normatividad en la relación entre la ideología y lo social

En cuanto a la primera alternativa, se descubre la relación entre la ideología y lo social de manera no valorativa sobre lo que hacen otros; sólo muestra una representación histórica que no distingue entre buenos y malos; sólo se preocupa por conocer cómo piensa un pueblo. Esta alternativa establece correlaciones entre los pensadores y la defensa de sus teorías. Si se establece una crítica a una teoría total general de la ideología a partir de este criterio, no existirá ningún compromiso para determinar lo que es erróneo, limitando así el poder realizar algún juicio, y consecuentemente no habrá ningún pronunciamiento sobre la verdad. La no valoración de un hecho, es insuficiente para clarificar situaciones que implican falsa conciencia: cuando, por ejemplo, las creencias que existen ya no son las que dieron origen a una forma de relación social, o como cuando la justificación a una relación social anterior deja de existir. Por ejemplo, antes, el prestar dinero por interés era comúnmente aceptado como una aberración; en cambio, con el surgimiento del capitalismo, esta creencia se mantiene como ideología.

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