Resumen: Eagleton, ¿Qué es ideología? — Versión de Julio César Mondragón

Terry Eagleton «¿Qué es la Ideología?» en Ideología una introducción, Barcelona, Paidós 1997, pp.19-55.
Resumen de Julio César Mondragón García

Nadie ha sugerido todavía una definición adecuada de lo que es la ideología, pues este término abarca un amplio abanico de significados. La palabra “ideología” esta tejida con un material de filamentos conceptuales diferentes. No todas las formulaciones son compatibles entre sí, ya que por ejemplo, si ideología quiere decir cualquier conjunto de creencias motivadas por intereses sociales, no puede significar al mismo tiempo las formas de pensamiento dominante de una sociedad.

Existen de igual forma definiciones neutrales como, por ejemplo: “un conjunto de ideas características de un grupo o clase social particular”, con esto uno denominaría a las propias ideas como ideológicas sin decir que sean falsas. En otras definiciones podemos encontrar la idea de que no se está viendo la realidad como es, y otras tantas definiciones dejan abierto el tema. Es así como surgen dos corrientes: una de estas como ilusión y mistificación, y la otra corriente se interesa más por las ideas dentro de la vida social.

También podemos darnos cuenta  gracias a la llamada percepción “realista” de que hay niveles de suposición, los cuales hacen que una suposición sea más ideológica que otra. Para Edward Shils, las ideologías son formaciones explícitas, cerradas, resistentes a las innovaciones y que requieren una total adhesión de sus seguidores, lo cual es como decir que los soviéticos están presos de la ideología, y que EU es la única nación libre de ver el mundo como es realmente.

La Ideología del “fin de la ideología” concibe a ésta como algo ciegamente irracional y al mismo tiempo como algo extremadamente racional. Los pensadores de esta corriente no se percatan de hacer lo mismo que los que acuñaron el término, los “idéologues” franceses.

En algún punto podemos relacionar al término ideología no sólo con creencias, sino con asuntos de poder por el hecho de que el poder se legitimó con la ideología. Según John B. Thompson, “estudiar la ideología, es estudiar las formas en que la significación sirve para sustentar las relaciones de poder”. El poder se legitima con seis elementos:

  • Promocionar valor y creencias afines a él
  • Naturalizar estas ideas
  • Universalizar estas mismas
  • Denigrar ideas desafiantes
  • Excluyendo formas contrarias de pensamiento
  • Oscureciendo la realidad social de modo conveniente

Esta definición es muy convincente, pero se plantea dos problemas, y es que, en primer lugar, no toda creencia etiquetada como ideología, está asociada a un poder político dominante, y en todo caso esto hace preguntarse si el socialismo y el feminismo no son ideologías. Parafraseando a Kenneth Minogue, si todas las ideologías son aquellas que se oponen a la práctica política vigente, entonces los socialistas son ideológicos y los capitalistas no.

Sin embargo, para Michel Foucault y sus seguidores, el poder no es algo limitado a los ejércitos y a los parlamentos: es más bien una red de fuerza penetrante e intangible que se entrelaza con nuestro más ligeros gestos y nuestras manifestaciones más íntimas. El limitar la propia idea del poder a su estado más simple es en sí misma una ideología que oculta la compleja difusión del poder. Esto presenta un problema para el significado de la ideología ya que si no hay valores y creencias no ligadas al poder este término tiende a extenderse al punto de ser inservible.

Para que un término tenga sentido es necesario especificar qué sería lo contrario a éste en determinadas situaciones. Foucault termina desechando el propio término de “ideología” remplazandolo por el de “discurso”, de mayor alcance. No obstante, el término ideología posee su fuerza en su capacidad de discriminar entre un movimiento que es central a la vida social y aquel que no lo es. Muchos radicales sostienen que todo es ideológico o político pero en realidad sólo están matando la definición y el ampliar los términos hasta el punto de quitarles su fuerza.

Existen también jergas ideológicas particulares: tal es el caso del fascismo. Esto no significa que la ideología concierne sólo a la lingüística. También podemos decir que es absurdo definir ideología como manifestaciones socialmente interesadas, ya que la propia expresión de interés está en debate. Si en todo caso se intentara dividir los intereses sociales de los personales, encontraríamos un grave problema. Realizar esta división es útil, aun cuando el pensamiento posmoderno influido por Nietzsche indica que toda actividad, desde el atarse un zapato a derribar una dictadura, es producto de intereses.

Por muchas razones, la falsa conciencia no es convincente para la concepción de ideología. Si los seres humanos dan su vida por ideas vacías y sin sentido (que tal sería la ideología), se estarían comportando irracionalmente. Es decir, si las personas fueran tan crédulas, ¿qué sentido tendría darles ayuda u orientación política? Más aún: ¿cómo podrían algún día alcanzar la emancipación?

Creer que el sol se mueve alrededor de la Tierra no es del todo absurdo (porque tal es nuestra percepción cotidiana). Por muy extendida que esté la “falsa conciencia” en la vida social, puede afirmarse que lo que la mayoría dice del mundo debe ser real. Podemos permitirnos estar equivocados en una creencia mientras no afecte nuestra vida diaria (digamos que uno cree que el sistema solar es más grande que el universo).

Parte de la oposición a la tesis de la falsa conciencia se basa en el hecho de que, para ser efectivas, las ideologías deben poseer un mínimo de contenido que concuerde con la experiencia de la sociedad.

Según Althusser, la ideología es es una organización particular de acciones que constituyen a los seres humanos en seres sociales, pues alude a las relaciones afectivas e inconscientes con el mundo: la ideología es como la nostalgia o la esperanza.

Podemos entonces concluir que la ideologìa no puede cambiarse ofreciendo “ verdaderas descripciones” en lugar de “falsas”. En este sentido, un cambio en las relaciones vividas puede darse sólo con un cambio en la propia realidad.

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