24.11 Althusser, Una lectura culpable de El capital – Versión de Mariana Huerta

Bitácora de la sesión del 23 de noviembre de 2012
Versión de Mariana Huerta Vázquez

La sesión se desarrolló en torno al prefacio de Louis Althusser en Para leer El capital. De esta manera la clase se dividió en tres partes:

1. Sujeto
2. Lectura culpable
3. El conocimiento como producción

Introducción


La clase inició con el concepto de historia y por qué la ideología no tiene historia. La historia es historia de un cierto pasado, ya que solo recordamos ciertos acontecimientos, por ejemplo de la infancia tenemos una recuperación selectiva que no es azarosa sino que responde a una serie de creencias. Esto nos llevó a la metáfora del  edificio donde se habla de superestructura e infraestructura. La idea marxista es que la historia solo es historia cuando hablamos de la base económica; por esto, si queremos tener una historia de las ideologías no será posible porque no responde a las condiciones económicas sino a la transformación de las ideas en el sentido estricto. Otro punto que se desarrolló, es la ideología como representación imaginaria o falsa conciencia. Religión como ilusión. Althusser lo desarrolla de dos maneras:
  • Mecánica: Dios como proyección delPara leer El capital rey. Alguien que me protege y  lo llamó Dios, aquí se convierte en ideología.
  • Hermenéutica: Dios es el hombre invertido. El hombre creó a Dios y ahora creemos que Dios ha creado al hombre, esto es una inversión de los términos, también vista como una representación imaginaria.

La pregunta que surge es, entonces, por qué los hombres han tenido la necesidad de crear esta inversión imaginaria. Una forma de explicar esto es decir que se trata de un grupo que se ha aprovechado de la ignorancia de la gente y la han manipulado. La explicación básica es que, si la gente no fuera ignorante, no existiría la religión. Jenófanes, un crítico a los dioses griegos que proyectaban lo divino, menciona que si los burros tuvieran dioses, estos dioses tendrían también forma de burro, así como los dioses de los hombres tiene forma de hombres.

Marx desarrolla esta explicación de otra forma: ya no se trata de la culpa en función de personajes perversos que se aprovechan de la ignorancia de la gente, sino que serán las condiciones económicas las que están generando una inversión y son las que hacen que el mundo no le pertenezca al trabajador. Lo que distingue al humano de los animales es el trabajo porque trabajar es proyectar una idea. El modo de apropiarse del mundo es el trabajo, pero en la actualidad capitalista hay una contradicción, porque si bien el obrero es quien  transforma al mundo, el obrero en lugar de apropiarse al mundo, el mundo se vuelve ajeno, porque cuando está trabajando no se está apropiando al mundo para sí, sino se lo está apropiando para otro, para el capitalista. Pero la problemática es, que el capitalista tampoco se está apropiando del mundo porque no lo trabajó. Tanto para el obrero como el capitalista el mundo se vuelve ajeno, pero formalmente le pertenece al capitalista. Las condiciones económicas son una enajenación del trabajo. Por esto surge la ideología, porque las condiciones económicas ya están enajenadas.

La respuesta que no se encuentra en ninguno de los dos postulados es que en la ideología hay deformación y esta deformación responde a la relación imaginaria que viven los individuos. La cuestión sigue siendo por qué es necesaria esta relación imaginaria. Se plantea así que las ideas son actos materiales: si los individuos no actúan de acuerdo con sus ideas, son cuestionadas, la ideología se manifiesta en los actos. En esta materialidad el término clave es el Sujeto, en relación con ideología.

1. Sujeto


La ideología es evidente, por esta razón no la cuestionamos y podemos saber que según Zizek la ideología no puede verse desde fuera. La ideología utiliza a los hombres como sujeto. Como la ideología es evidente, no hay forma en la que nos demos cuenta de su existencia, entonces esta ideología se manifiesta en la forma del sujeto, que ocurre con el nacimiento del capitalismo. Podemos saber que el sujeto es evidente, con el ejemplo de Althusser: cuando alguien llega a tu casa y toca, cuando se le pregunta quién es, responde con un «soy yo». ¿Qué se espera con esta respuesta? Se espera un reconocimiento de que el yo (del «soy yo»), y no soy otra persona aunque pudiera ser cualquier persona, entonces se necesita reconocer a esta persona materialmente, abriendo la puerta.

Cuando Althusser habla de ciencia, dice que la ciencia es una ciencia sin sujeto, porque el discurso de la ciencia no depende del sujeto. Somos sujetos en la medida que estamos determinados en ser quien somos.La indepedencia en los individuos es imposible, porque estamos en funcion de lo que nos dicen que somos, incluso antes de nacer estamos ya subjetivados. Todo depende del sujeto y sin embargo no se puede hacer nada. Althusser sugiere leer el Capital, pues afirma que sólo existe la ciencia si es marxista.

2. Lectura culpable


Althusser dice que, al leer el Capital, hace una lectura culpable. La lectura inocente es cuando leemos el Capital y lo comparamos con otras lecturas externas, algo como analizar «lo que Marx quiso decir». La lectura culpable es leer desde una perspectiva filosófica: cuál es la relación del contenido que desarrolla Marx con el objeto, y esta lectura analiza las diferencias.Se intenta analizar si el Capital es el comienzo de una nueva ciencia, mientras que todo lo anterior al Capital no es ciencia, sino ideología. La cuestión entonces es cómo leer. La «escuela de la sospecha» donde se encuentra a Freud quien analiza lo inconsciente, a Marx que analiza que cuando un individuo habla, no habla simplemente desde la razón, sino que hablan sus estructuras socioeconómicas (esto es la ideología) y Nietzsche como el resentimiento de ser cristiano. Esta escuela invita a analizar lo que significa el acto de escuchar, de leer etc.

3. El conocimiento como producción


Antes de Marx la naturaleza es como un libro abierto. Newton lee este libro abierto de la naturaleza y descubre las leyes que ya están allí, lo mismo que cualquier otro científico, que lo que hace no es inventar sino descubrir lo que ya estaba allí pero que nadie había visto. Marx descubre un desplazamiento de la realidad misma. Un ejemplo es cuando Marx lee a Adam Smith y ve algo que Smith no vio, pero pudo ver y demuestra que estaba equivocado. Lo que no vio Adam Smith es cuál es el valor del trabajo. Cualquier mercancía vale por la cantidad de trabajo que contiene. De modo que cuando una mercancía tiene mayor trabajo que otra, vale más.

El problema radica cuando se le da un valor a la «mercancía» llamada trabajo: con qué criterios se puede decir que un trabajo vale más o menos que otra mercancía. La respuesta a esto es que cuando una mano de obra está calificada, o sea cuando un obrero recibió una mayor educación, vale más y por lo tanto una mano de obra no calificada tendría que valer menos; pero aun esta respuesta no satisface porque genera un problema que todavía no puede verse. Cuando se responde cuál es el valor de la fuerza de trabajo, al mismo tiempo se está preguntando cuál es el valor de un trabajador. Sin embargo, no se compran obreros, sino su «trabajo» por esto no es lo mismo trabajo que fuerza de trabajo. No es que Marx vea lo que Adam Smith no ve, sino que cuando Marx lo lee, señala que el no ver de Adam Smith es propio del ver de Adam Smith, es decir, que el ver y el no ver de Adam Smith son uno y el mismo. Aquí Althusser lo compara con la teoría del flogisto, el «antecedente» del oxígeno, pero que no se le vio así por sus promotores.

Marx postula que conocer al objeto mediante la abstracción de la esencia y la no esencia, lo invisible y lo no invisible, es la recuperación del objeto. No es Marx quien dice lo que no se dijo, sino que gracias a lo que se dice, él puede ver y analizar lo que no se dijo.

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